“Quiero que lo que escribo sea sólido, por lo que buceo mucho en las fuentes”

Entrevista a Ángel Luis León Panal, Millennial y Comunicador Científico 

1986.

Licenciado en Biología.

Experto en Comunicación Científica, Médica yAmbiental.

Presidente de la Asociación Cultural de Divulgación Científica Drosophila.

Editor de la revista Boletín Drosophila.

-Si tuvieras que definir la comunicación en una palabra, ¿cuál sería?

Progreso. La ciencia tiene que comprender que la comunicación es un puente con el que llegar a la sociedad. Sin él, es difícil que se entiendan la necesidad de los transgénicos, la inversión de dinero en la protección de una especie o el peligro del cambio climático. Si la gente no entiende eso, se puede entorpecer a la ciencia y no haber progreso.

-¿Tienes alguna persona de referencia, que te haya inspirado, en la comunicación?

A la hora de escribir, me gusta un patrón que siguieron Charles Darwin y Rachel Carson. Ellos estaban seguros de lo que querían comunicar, pero se empeñaron en buscar muchas evidencias con las que argumentar. En mi caso quiero que lo que escribo sea sólido, por lo que buceo mucho en las fuentes.

-Siendo biólogo, ¿qué te hizo encaminar tu carrera hacia la comunicación?

La experiencia con Boletín Drosophila. Antes también llevaba un blog, pero era algo secundario. Sin embargo, la edición de la revista me hizo darme cuenta de la importancia de la comunicación en el ámbito científico.

-Eres el presidente de la asociación editora de la revista de divulgación Boletín Drosophila, ¿en qué se basa la publicación y de dónde surgió la idea?

La revista surge en un momento de ebullición en la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla. Tras varios años en standby, el aula de cultura se volvió a poner en marcha y todos teníamos ganas de hacer actividades “extraescolares”. Con un grupo de amigos creamos el que sería el número 0 de la revista y le propusimos a la administración que apoyara el proyecto. Durante dos años fuimos la revista oficial de la Facultad, pero por diversos motivos el proyecto quedó aparcado. En el año 2011 retomamos el proyecto, ya como publicación independiente y centrada únicamente en la divulgación científica. Finalmente, en el año 2014 fundamos la Asociación Cultural de Divulgación Científica Drosophila que actualmente es la editora de la revista.

La idea es muy básica: coger lo que se hace en las universidades y centros de investigación y llevarlo al gran público. Por ejemplo, sabíamos que en nuestra Facultad había profesores que habían estado en la Antártida, pero nadie nos había contado qué habían hecho. En definitiva, se trata del sacar el conocimiento del laboratorio y llevarlo a nuestros lectores.

-¿En qué sentido rompe con lo anterior? ¿Qué nuevos elementos introduce?

Realmente, editar una revista no es nada nuevo. Pero creo que estamos centrándonos demasiado en los proyectos innovadores. Es evidente que hay que buscar nuevas formas de llegar al público. Sin embargo, también se puede trabajar en mejorar los formatos existentes. Por ejemplo, Drosophila se puede descargar online totalmente gratis y si quieres un ejemplar en papel lo único que tienes que pagar son los gastos de impresión y de envío. Nosotros hemos apostado por lo “viejo”, lo que ha resultado en una publicación que ya lleva 20 números publicados. Esto nos ha permitido desarrollar una línea editorial propia que, en palabras de algunos lectores, marcan la diferencia con otras revistas.

-¿Cómo son percibidas este tipo de iniciativas por la comunidad científica?

Nos hemos encontrado un poco de todo. Algunos científicos no responden a nuestros correos o nos dicen que no tienen tiempo para la divulgación. Pero por suerte, no suele ser lo normal. Somos muy flexibles con las colaboraciones e intentamos que la participación en la revista no entorpezca su trabajo. Por eso, tarde o temprano acabamos consiguiendo un buen artículo. Luego están los científicos incondicionales de la revista, aquellos que llevan tiempo colaborando con nosotros y, que a decir verdad, nos miman mucho.

-¿Qué consejos, que te hayan sido útiles, darías a otros científicos que quisieran comenzar a comunicar su discurso a un público no especializado, a la sociedad?

A mí me gusta mucho uno que me dio un periodista: “Tienes que competir con el croissant que el lector se está comiendo a la vez que te lee”. También está la ya famosa frase “explícalo para que lo entienda tu abuela”.

- La sabiduría popular dice que la comunicación es una profesión sin horarios y muy competitiva, ¿cómo lo ves ahora que formas parte? ¿La veías con otros ojos cuando sólo tenías un acercamiento teórico?

Realmente antes lo veía más fácil. Pero me da la impresión de que la comunicación científica es competitiva porque las instituciones y empresas no terminan de apostar por ella. Con respecto a los horarios, entiendo que, por ejemplo, la gestión de las redes sociales casi te obliga a estar presente las 24 horas del día. Pero con las labores que realizo en Drosophila intento marcarme un horario.

-¿Crees que se están haciendo las cosas bien en la comunicación de las ciencias por parte de instituciones y medios?

Sí y no. Cada vez es más evidente la necesidad de la comunicación científica y en España se están haciendo proyectos muy interesantes. Pero me da la impresión de que algunas instituciones y medios sólo se están apuntando a la moda. A la hora de la verdad no terminan de apostar por ello.

- ¿Te ves capaz de hacer un pequeño pronóstico de hacia dónde se encaminan la comunicación y los medios? ¿Tienes alguna idea de qué cambios se pueden producir?

Hacer un pronóstico es difícil. Hace poco parecía que íbamos a vivir un boom de programas de televisión, pero todo ha quedado en un mal sabor de boca. Donde parece que están cambiando las cosas es en las universidades, que cada vez apuestan más por eventos de comunicación y divulgación. Tampoco debemos dejar de mirar a los museos, que se están modernizando con ideas muy buenas.